jueves, 13 de abril de 2023

Escena del crimen

 Casi 9 años les guarde en el cajón mas pequeño y recóndito de la alacena

bufaban en coro el 30 de cada mes, 

sabían de tan delicada fecha agitando las aguas mansas de los recuerdos, 

de cada 30 de cada mes del frabuloso año 

en que vagaba mi ser buscándose sin hallarse.


Rumiaban cada fecha olvidada, 

febriles se agitaban cada día siguiente de una noche larga...

En 9 años hubo algunas tantas, 

y jubilosas retumbaban sus cascabeles y delicadas ropas contra la madera del cajón

para saberse triunfantes, para atormentarme la tristeza


Algún par de veces, sucumbí a sus engaños, 

histérica del tintinear de sus bailes, abrí con sigilo la alacena

en un segundo saltaron liberadas y volaron a mis dedos para sentirse de nuevo vivas,

lloraron, gimieron, saltaron en cada una de las llagas viejas y bebieron de las nuevas heridas.


Las musas, se regocijaron y me sonrieron,

con sus maléficas alas soplaban sobre mi las palabras que acallaban en mi pecho, 

las frases que en mi mente carcomían el tiempo, las canciones, los ayeres, el futuro.


Las malditas y chingadas musas, danzaron con astucia sobre mío, 

y ya desmadejada, en el ultimo expirar de la agonía, 

Me encontré. 


Parte II

En el mas pequeño y recondito cajon de la alacena, les volvi a encerrar. 

Reia ahora yo de ellas. 

En 9 años los días de sonrisas y amor llenaron mas mi calendario.

En los reencuentros y en la bienvenida, palidecieron hasta casi dejar de existir, 

sus alas y sus ropas cambiaron a un tenue verde que muy bien les sentaba, 

se resistian en cada beso enviado a la pantalla del celular,

las llamadas, los viajes, los te amos, pintaron de verde y rojo a diciembre y luego marzo y al final marzo otra vez.  

Ni las discusiones, ni los chantajes que dejaba atras cuando corria a verle manchaban 

el reecuentro de nuestros corazones, ni esas tristes pavesas encendieron el fuego de las jodidas musas. 


Y el retorno a casa del cual quisieron adueñarse, solo les hizo apagarse y hacerse mas pequeñas. 

Entonces las musas no tomaban mis dedos, mis dedos estaban ocupados entre los suyos, .

contandonse las noches que tan lejos se tenían. 

No niego que en 9 años de silencio hubo esporadicas salidas del cajon, 

las musas no tuvieron sus tan inspiradores momentos,

aprendieron a morirse y desahuciarse por el sol de los días. 

El sol que desde junio 2018, calienta nuestra vida juntos.  

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